Cada vez la marihuana es más potente. Así lo han determinado un grupo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Stanford que han comprobado que la concentración de tetrahidrocannabinol (THC) que hoy podemos encontrar en las plantas de cannabis se ha triplicado en las últimas tres décadas. Las cifras hablan por sí solas: en el año 1980 las plantas de marihuana contaban con aproximadamente el 4 % de THC, mientras que en la actualidad la presencia de la sustancia psicoactiva asciende en torno al 12 % de media.
Este hallazgo se enmarca dentro de una investigación llevada a cabo por la Academia Americana de Pediatría (AAP) y destinada a advertir de los riesgos asociados al consumo de la marihuana recreativa, sin ningún tipo de control, entre niños y adolescentes. En este sentido, las legislaciones que aprueban dicho consumo se muestran claras prohibiendo su uso en los menores de edad.
La principal razón del incremento del THC la encontramos en el empeño de los bancos de semillas por aumentar las propiedades psicoactivas del cannabis, para satisfacer la demanda de los consumidores hacía la hierba de mayor potencia posible. Incluso se han desarrollado cepas especialmente potentes que llegan a ofrecer hasta un 30 %.
Ahora bien, mientras los niveles de THC han ido aumentado progresivamente, el otro cannabinoide por excelencia del cannabis, el CBD, no ha seguido el mismo rumbo. Según Andy LaFrate, fundador del laboratorio de pruebas de Colorado, Charas Scientific, los niveles de CBD permanecen bajos. Tras testar un total de 600 plantas de Estados Unidos, LaFrate ha visto cómo mientras el THC llegaba a alcanzar los niveles más altos de la historia, los porcentajes de cannabidiol se mantenían, llegando incluso a ser casi imperceptibles en las pruebas.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con el aumento de los efectos. En una investigación publicada en 2008, un equipo de expertos australianos advirtió que, mientras el incremento de la potencia se había observado en algunos países, como Estados Unidos, existía una gran variación entre las muestras de diferentes lugares. Esto supondría que los consumidores de cannabis que hoy disfrutan de plantas locales con unos niveles más bajos podrían modificarse en solo un año con el cruce de otras variedades más potentes de otras regiones, sin ninguna necesidad de esperar años o décadas.
Incluso el contenido de THC de una planta no solo se basa en la genética de la cepa, sino que también influyen otros condicionantes como el tiempo y la forma de almacenaje, que en muchas ocasiones no se tienen en cuenta, como demostró una revisión elaborada en 2012 con diferentes investigaciones sobre el tema.
¿Cómo conseguir un aumento de THC?
También está en nuestras manos incrementar el índice de potencia a lo largo del proceso de cultivo. Para ello deberemos esperar hasta la etapa de floración. Será cuando reduciremos la presencia de CO2 en nuestro cultivo. Esto provocará que la planta produzca más etileno, lo que favorecerá la creación de THC. En estos momentos también será oportuno añadir luces ultravioleta adicionales, con el fin de incrementar su producción.
Otra recomendación es la disminución de la temperatura del cultivo hasta 10-15 °C. Este cambio provocará que la planta se apresure a finalizar la etapa de floración y concentre toda su energía en producir resina y mejorar el contenido de los cannabinoides. Estos cuidados no solo aumentarán el THC, sino que también incrementarán el rendimiento global de la planta para una cosecha lo más abundante posible.
Cada vez son más los cultivadores que demandan elevados porcentajes de THC. No solo porque provocan mayores efectos psicoactivos y mentales en la misma cantidad de marihuana, sino también porque son altamente efectivos como marihuana medicinal: alivian las náuseas y reducen el dolor y ciertos síntomas de esclerosis múltiple. Todo un cannabinoide al que se le puede sacar mucho partido.
Fuente Lamota.org
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